jueves, 6 de febrero de 2014

El parque de atracciones

Llevo casada con mi marido 15 años y, antes de casarnos, llevábamos 5 años de novios. Él ha sido el único hombre para mi, aunque yo no fui su primera mujer. Juntos, hacemos piña, aunque tenemos nuestros más y nuestros menos. Creo que la clave para llevar tanto tiempo juntos, es que no nos aburrimos en el sexo. Hemos hecho prácticamente de todo y no me da vergüenza admitirlo.
Una vez, lo hicimos entre unos arbustos en un parque de atracciones. Imaginaos la situación: hacía calor y apenas había sombra. Pasamos por una zona donde habían muchos arbustos y arbolitos y me dijo Victor muy cariñoso:
-Mira cariño, aquí hay sombra y no pasa mucha gente.- Me guiñó un ojo, se me acercó seductor y me agarró el culo. Sabe que cuando me coge así, me pongo mala.
Nos metimos entre los matorrales. Victor me bajó el pantalón corto y me apartó a un lado el tanga, sin quitármelo. Se puso detrás mío y me metió su polla lentamente. Me apoyé en un arbusto para no caerme con sus embestidas. Me empezó a follar cada vez más rápido, haciéndome jadear fuerte. Me tapó la boca con una mano. Un grupo de gente se acercaba hacia donde estábamos y no queríamos que nos pillaran in fraganti, así que paró de follarme con su polla dentro de mí todavía. Cuando el grupo desapareció, continuamos con nuestra tarea. Estaba a punto de correrme cuando otro grupo se dispuso a pasar por nuestra zona. Entonces le dije a Victor muy flojito:
-Por dios, cariño, acaba ya, que al final acabarán pillándonos.
-No te preocupes cariño, que en cuanto se vayan, haré que tengas el mejor orgasmo de tu vida.
Efectivamente, cuando se marchó el siguiente grupo, me empezó a follar de nuevo como una bestia salvaje. Sabiendo que se aproximaba más gente, me empezó a tocar el clítoris desde su posición. No tuvo que continuar mucho más, porque enseguida tuve un pedazo de orgasmo que me dejó echa polvo, y nunca mejor dicho. En cuanto terminamos nos aseamos como pudimos y nos fuimos de allí comprobando que no nos había visto, ni oído, nadie.
Después de aquello, nos entró un hambre voraz y nos fuimos a comer. Nos montamos en varias atracciones y cuando nos cansamos, nos fuimos al hotel.
Aquel día fue bastante movidito, pero la noche lo fue aún más. Tanto, que la pareja de la habitación de al lado sintió celos y nos hizo la competencia.
Al día siguiente, desayunamos en el salón del hotel y después volvimos al parque, esta vez para ver los espectáculos que hacían en cada zona del recinto. En uno de ellos, no llegamos ni a entrar. Nos quedamos los últimos en la cola y, entonces, Victor me cogió de la mano y me llevó a una zona que estaba apartada y oscura. Con su mano me indicó que debía estar callada. Entonces me desabrochó el pantalón y sin quitármelo, me metió la mano acariciando todo mi sexo. Me mordí el labio y cerré los ojos en señal de aprobación por lo que me iba a hacer. Empezó frotándome el clítoris, lentamente. Estuvo así durante unos dos o tres minutos. Sabíamos que el espectáculo duraba un cuarto de hora aproximadamente, así que metió sus dedos dentro de mí. Sus movimientos eran rápidos pero suaves y en cuestión de otros cinco minutos hizo que me corriera. Me abroché el pantalón y nos fuimos de allí lo más sigilosamente que pudimos.
Luego, lo arrastré conmigo a una cantina que había en la zona de México. No había mucha gente, así que entré en el baño de señoras y comprobé que no hubiera nadie. Entonces volví a la puerta y lo llamé. Nos metimos en uno de los cubículos y cerramos la puerta. Bajé la tapa del váter y, a Victor,  le bajé los pantalones. Le insté para que se sentara y en un principio comencé a hacerle una paja, pero no aguanté más y comencé a chupársela cómo sé que le gusta a él. Me agarró de la cabeza para empujármela hasta la garganta. Sé que no aguanta mucho cuando hace eso, así que me preparé para la corrida inminente. Al terminar, me tragué el semen. Me dió un beso en los labios y me dijo que me quería. Me lo dijo bajito por si había entrado alguien, para que no nos llamara la atención. Le sonreí y le pasé una toallita para que se limpiara. Yo hice lo mismo. Cuando terminamos, volví a comprobar que no hubiera alguien en el baño y salimos de allí. Después de aquello se nos quitó las ganas de ver más espectáculos y volvimos a casa.
Fue de aquellos fines de semana que no se olvidan fácilmente, básicamente, porque fue allí donde concebimos a nuestro hijo Guillermo.



1 comentario:

  1. Bueno, supongo que lo mejor que puedo decirte es que me has excitado con tu relato. Directo y sin tapujos. Felicidades.

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