viernes, 28 de febrero de 2014

Premio Dardos (PV)




¿Qué es el Premio Dardos?
El origen del premio es aún desconocido, sin embargo se han rastreado las primeras menciones en Portugal y Brasil. El premio es otorgado en reconocimiento a valores personales, culturales, éticos y literarios que son transmitidos de una forma creativa y original mediante la escritura. La insignia fue creada con el afán de promover la hermandad entre bloggers, mostrar cariño y gratitud por añadir valor a nuestra querida blogosfera.

Normas para recibir el premio Dardos:
1.Incluir foto del premio.
2. Mencionar y linkear al blog que te otorga el premio.
3. Entregar el galardón a 15 blogs, merecedores de vuestro reconocimiento.

 
Me han entregado este premio y me siento muy agradecida. No esperaba, para nada, recibir este premio, para mí ha sido una sorpresa, totalmente. Te agradezco a ti, María Isabel Romero Pérez, que me hayas nominado en tu blog Mi vida en una libreta y que me hayas tenido en cuenta para estos premios. De verdad, muchas gracias.

Me disculpo también, porque esta semana os prometí escribir unos relatos que tenía en mente. No os preocupeis, en breve los escribiré. Esta semana ha sido un poco rara para mi y pensaba que tendría más tiempo para escribirlos y, al final, no he podido. Os prometo que pronto los podreis leer.

Y, ahora, mis 15 nominados a este premio son:

1- Las aventuras de pratelly
    Gemma PM
2- El blog de Rosita
    Rosa García
3- La vida es bella
    Angels Cid
4- Los crímenes del ajedrez
    David J. Skinner
5- Good Morning Art Worl
    Lola Kabuki
6- Un momento de lectura
    Tony A Fabeiro
7- Mi dominio indecente
    Julian Pulido
8- Cosas que pasan
    Noe Casado
9- Historias
    Anele Callas
10- Marta de Diego
     Marta de Diego
11- Alex García: Todo un universo de pasión
     Alex García
12- Laura Nuño: pequeños desvarios
     Laura Nuño
13- Regálame Romántica
     Yolandagq, Laura Morales, Helen CRogue, Sheila Pérez
14- D. W. Nichols/Alaine Scott
     D.W. Nichols
15- ReducCión a lo aBsuRdo
     mileg_

¡¡Enhorabuena a tod@s!! Nos seguimos leyendo.
Hasta pronto.





martes, 25 de febrero de 2014

Vestuario y libros de Alina

En el relato de Entre libros, hablo del vestuario de Alina. Os pongo los enlaces aquí de la ropa que lleva, por si os interesa:

Camiseta "I love the way you smile at me", 

Jeans

Cárdigan

Shemagh

Zapatos Marco Tozzi

Bolso

También hablo del Mercado de los Encantes (Mercat del Encants) de Barcelona. Está situado cerca de la Plaza de las Glorias y es uno de los mercadillos más antiguos de Europa. Desde el siglo XIV, es ejemplo del dinamismo comercial de Barcelona. Os dejo el enlace de su página aquí , aunque os advierto que se os abrirá en catalán, pero no os preocupeis porque en la parte de arriba, a la derecha, podeis cambiar el idioma a español o inglés. 

Dos libros aparecen en este relato romántico, uno es el famosísimo El Hobbit y el otro es Una voz en la niebla. Los dos libros son muy diferentes entre sí, uno es de fantasía como ya sabeis y el otro es novela negra. Tengo que decir, que el primero no he logrado nunca terminarlo, pero antes de que termine el año, prometo que me lo leeré entero. El segundo, me lo recomendó una amiga, a la que hace mucho que no veo, y me encantó, es de esos libros que te mantiene completamente enganchada y te eriza la piel.

Y esto es todo, por el momento. Por cierto, estad atentos porque durante esta semana iré escribiendo nuevos relatos que, espero, os gustarán. Un saludo a tod@s ;)

Entre libros

Alina tenía el día libre. Era miércoles y, como siempre, se levantó temprano. Se tomó su tiempo para ducharse, le gustaba notar el agua caliente recorriendo todo su cuerpo. Cuando terminó, se secó y se vistió. Eligió una camiseta de manga corta, de color blanco y con una frase estampada que decía "I love the way you smile at me", unos jeans ajustados y un cárdigan a rayas, todo de Blanco Suite. Después se hizo una trenza deshecha, con su larga melena castaña clara acenizada. Maquilló un poco sus ojos color miel, dándoles una forma almendrada con una línea negra y abundante máscara de pestañas. Se puso un poco de colorete en sus marcados pómulos y tiñó de rojo sus labios carnosos. Se perfumó con un par de vaporizaciones de Versense, de Versace. Se puso sus zapatos negros de tacón de Marco Tozzi, que compró el mes anterior por internet y se colocó el shemagh blanco y negro, que le regaló su hermano por su cumpleaños. Cogió su gran bolso de Mango y salió de casa.
Había quedado con una amiga para desayunar y, después, ir a dar una vuelta por el Mercado de los Encantes. Le encantaba ir a ese mercado, de hecho, todo su piso estaba decorado con cosas que había comprado allí y, se había convertido en una habitual entre los vendedores.
Después de comprar varios discos de vinilo y un espejo de pie antiguo y dejarlos en casa, se fueron a comer a un restaurante en el centro de la ciudad. Al terminar, la amiga de Alina tenía que ir a trabajar, así que se despidieron con un abrazo y se prometieron que se llamarían para quedar el sábado por la noche.
A Alina le gustaba pasear sola por la ciudad y observar a la gente. Se sentó en un banco de la Plaza Cataluña para darles de comer a las palomas aunque, éstas ya estaban suficientemente distraídas con los extranjeros que pasaban por allí. Al cabo de un rato, se levantó para mirar las tiendas del Paseo de Gracia. Entró en varias, pero no llegó a comprar nada. Se paró a admirar la conocida fachada de La Casa Batlló, en la que siempre había gente haciendo fotos. Cruzó la calle y se dirigió a La Casa del Libro. Le encantaba pasar horas allí dentro, leyendo las contra portadas de los libros.
Estaba absorta mirando varios libros de Tolkien, cuando Pol, uno de los muchos trabajadores de allí, la sorprendió diciéndole:
-Si te gusta Tolkien, hay varias ediciones especiales que seguro te gustarán. Ven, te llevaré a verlas.
La cogió de la mano y la llevó hasta la sección donde se encontraban todas las ediciones especiales. A Alina le sorprendió aquel gesto, pero no se soltó hasta que él lo hizo. En cuanto se dio cuenta de lo que había hecho, Pol se puso muy colorado y le pidió perdón. Ella le sonrió tímidamente y le dijo:
-Tranquilo, no pasa nada.
Él sonrió también, pero se sentía nervioso y tremendamente torpe con la presencia de aquella chica. Nunca le había pasado nada igual.
Al final, se decidió por el libro que él le había recomendado, le dio las gracias y se fue. Pol se la quedó mirando hasta que salió por la puerta de la tienda. Pensó que aquella chica era la más bonita que había pasado por allí en mucho tiempo y siguió trabajando pensando si la volvería a ver otra vez.
En cuanto llegó a casa, sacó el libro para envolverlo. El cumpleaños de su hermano era ese fin de semana y pensó que le gustaría tener entre sus manos, la edición especial de El Hobbit con ilustraciones de Alan Lee. Su hermano no era ningún niño ya, pero le encantaba el mundo y la fantasía de Tolkien.
Se dio cuenta de lo cansada que estaba y, se cambió para ponerse el pijama, se desmaquilló, se cepilló la melena y los dientes y se tumbó en la cama. Antes de quedarse dormida, se acordó de aquel chico guapo de la librería, que la había cogido de la mano. Pensó en lo bien que le sentaba aquella barba de dos días y en su pelo negro ondulado. Se acordó de su mirada tierna de ojos marrones y en sus bonitos labios. Se dijo que iría a verlo de nuevo la semana siguiente y se durmió.
Lo que restaba de la semana había sido agotador, no paraba de acumulársele el trabajo y todo porque no dejaba de pensar en él. ¿Como era posible que, pasar tan sólo unos minutos con aquel chico, le hubiese dejado tanta huella? No lo sabía y, lo único que quería era desconectar y pasarlo bien en la fiesta de cumpleaños de su hermano.
Cenaron en su casa, junto con unos amigos que tenían en común. A Carlos le encantó el regalo de su hermana, llegándosele a caer unas lágrimas por la emoción. Se hicieron fotos, rieron juntos, tomaron champán y después fueron a un pub a tomar algo.
Al día siguiente, Alina estaba tan cansada que decidió quedarse en casa y hacer una cura de sueño. Sabía que esa semana sería muy dura y su jefa estaría pendiente de ella todo el tiempo.
Cuando quiso darse cuenta ya era, de nuevo, miércoles. Volvió a su rutina miércolera. Desayuno, mercadillo y comida con Sara, su mejor amiga. Y a esa lista añadió ir a La Casa del Libro.
-Disculpe, ¿podría ayudarme?-Le dijo una voz femenina que le resultaba familiar. Pol se giró y la vio allí plantada con una sonrisa. Él sonrió también y le contestó:
-Sí, por supuesto, ¿cómo podría hacerlo?-Le guiñó un ojo en un gesto cómplice y añadió: -Por cierto, ¿qué tal el libro?¿te gustó?
-¡Oh! El libro no era para mí, fue un regalo para mi hermano y sí, le encantó.-Ladeó un poco la cabeza y le preguntó: -¿Me recomendarías algún libro para mi?
-Por supuesto, ¿te gusta la novela negra?-Ella asintió con la cabeza, entusiasmada.-Pues ven conmigo.-Volvió a cogerla de la mano y la llevó hasta la sección donde se encontraba el libro.-Toma, llévate éste y ya me contarás qué te ha parecido.-Le tendió el libro y ella lo cogió rozando sus dedos, sintiendo una pequeña descarga eléctrica. Miró la tapa y leyó en voz alta:
-Una voz en la niebla, el título suena un poco inquietante, me gusta.-Volvió a sonreírle y, esta vez, antes de irse, cogió una libreta del bolso y un bolígrafo. En ella anotó algo que Pol no distinguió a ver, hasta que le pasó el papel. Era su número de móvil.-Toma, guárdalo y así seguimos hablando y, si algún día te apetece quedar para tomar algo, pues ya sabes. Por cierto, me llamo Alina, ¿y tú?
Él se había quedado perplejo, aquello lo había pillado desprevenido y, tartamudeando, le contestó:
-Pol, me llamo Pol.
-Encantada de conocerte Pol.-Le plantó dos besos en la cara, se despidió de él, pagó el libro y se marchó.
Aquella tarde, él pensó que le había dado algo con lo que soñar durante la noche y se prometió que en cuanto terminara su turno, le escribiría un whatsapp.





sábado, 22 de febrero de 2014

Sociedad maldita (PV)

Dicen que la belleza está en los ojos del que mira. Yo digo que está en los ojos de una sociedad enferma, en la que para ser aceptados, necesitamos la opinión de los demás. Que porqué digo esto, porque ayer viendo las noticias me indignó ver, como dos chicas que antes estaban "gorditas", tuvieron que operarse para conseguir un puesto de trabajo. Sí, tal cual lo leeis. Les dijeron que estando "así" no podrían desempeñar bien su trabajo. Esto, en mi opinión, es discriminación social. Esas dos chicas, antes eran guapísimas, pero tuvieron que operarse, para tener un "aspecto mejor", ¿para quién?¿para ellas? no, para ellas no, para la sociedad.
Una jefa que tuve hace tiempo, me dijo un día: "Si te escogí a ti para este trabajo, es porque eres guapa". Me indignó que me dijeran aquello, sinceramente. Entonces pensé que no vale la pena esforzarse en desempeñar tus funciones porque, total, eres guapa, que más da cómo realices tu trabajo, ¿no?.
Luego están las personas tóxicas. Aquellas que te hacen creer que tienes mil defectos y te hacen sentir como una mierda. Esas personas que te miran de arriba a abajo para soltarte algún comentario despectivo, para hacerte daño a ti y sentirse de maravilla ellas. Porque sobre todo son las mujeres las que hacen esto. Y no, no es un comentario machista, en absoluto, lo digo porque yo también lo he vivido en mis carnes.
El caso es que si eres demasiado alta, te critican. Si eres demasiado bajita, te critican. Si un lunes llevas los labios rojos, te critican. Si no te maquillas, te critican. Si tienes los pechos grandes, te critican. Si los tienes pequeños, te critican. Si tienes los dientes torcidos, te critican. Si los tienes perfectos, te critican. En fin, seas como seas y hagas lo que hagas, serás criticado, no importa lo mucho que te esfuerces por gustar a los demás.
Y esa es otra, ¿por qué debemos gustar a los demás? Es algo que por mucho que pase el tiempo nunca llegaré a entender. Sería mucho más fácil dejar de gustar a los demás, para empezar a gustarnos nosotros mismos, con nuestras virtudes y, sobre todo, con nuestros defectos.
Marilyn Monroe, era una mujer bella, por dentro y por fuera. No era tonta, como algunos se pensaban. Tenía sus inseguridades y sus miedos, pero sabía la influencia que tenía sobre los demás. No era una mujer delgada, pero a los hombres les gustaba, porque ella se aceptaba tal cual era y eso los volvía locos. Era sensual, atractiva, inteligente e interesante. Un icono en una época difícil. Hoy día, con la mentalidad que tenemos, la gente pensaría que Marilyn está gorda y no la aceptarían en ningún papel como protagonista en las películas de Hollywood. Y sería una lástima que eso ocurriera.
Es cierto que en Hollywood hay cada vez menos actrices anoréxicas. Hubo una época, que parecía que compitiesen por ver quién estaba más delgada, hasta el punto de ver a una Keira Knightley extremadamente delgada o una Angelina Jolie esquelética. Aún así, he llegado a oir comentarios masculinos del tipo "pues está buena la tía". No sé donde ven la belleza en un ser esquelético, la verdad.
Por suerte, parece que la mentalidad masculina, vuelve a preferir a esas mujeres que no están demasiado delgadas. De hecho, recuerdo que cuando llevé los brackets, llegué a adelgazar muchísimo. Nunca había estado tan delgada como en esa época. Tenía hambre, pero el dolor que me provocaba al masticar, hacía que comiera poquito, por eso adelgacé tanto. El caso es que en esa época, pensaba que por estar así, los hombres me mirarían más. Claro que lo hacían, pero no era porque les gustara lo que veían, sinó más bien lo hacían preguntándose si era anoréxica o no. Un año después de quitármelos, ya estaba completamente recuperada y llegué a mi peso normal. Los hombres me miran de una forma muy diferente, unos con deseo y otros alegrándose la vista. Y eso, que no me tengo por un bellezón, pero me acepto tal cual soy y eso los hombres lo deben notar. Aunque me da igual lo que piensen de mí. Que como decía Luis de Góngora:

"Ande yo caliente, que se ría la gente"

Y así ha de ser, que mientras uno sepa lo que se hace, la opinión de los demás nos tiene que resbalar. 
A tí, que me estás leyendo, por favor, deja de juzgar a los demás, no critiques sin conocimiento de causa y no quieras saber más del prójimo. Conócete a ti mismo, mira en tu interior y verás que tienes tantas papeletas de ser criticado/a, como a aquel que criticas tú. 
A ti, a la persona criticada, te recomiendo que cada día te untes con una capa de aceite, para que esos comentarios despectivos te resbalen con facilidad. Sé feliz y haz lo que te dicte el corazón. No sufras más y vive como siempre has querido hacer, sin miedo al qué dirán.
Y recuerda, si no te contratan en un trabajo por estar "gordo/a" amenázalos con ponerles una denuncia por discriminación social y, si aún así no te contratan, levántales el dedo corazón y mándalos a tomar por culo. No tendrás el trabajo, pero te habrás desahogado y te sentirás mejor.


lunes, 17 de febrero de 2014

¡Música maestro! (PV)

Por más que quiera dejar de escuchar esa canción, no puedo. La pongo una y otra y otra vez. Y no me canso de escucharla. Me hace sentir bien. Es bonita, me anima, incluso, hace mover mi cuerpo instintivamente, al escuchar su ritmo.
Hay momentos, en los que me apetece escuchar música más tranquila, otras escucho ritmos electrónicos y en otras, melodías sensuales. No importa el estilo de música que sea. Me hace sentir bien y, sin ella, no podría vivir. O probablemente sí, pero prefiero tenerla en mi vida, porque ella me entiende. Sabe animarme en mis momentos bajos. Me relaja cuando no puedo dormir. Empatizo con las más tristes. Pero sobre todo, me produce una sensación de bienestar, como pocas cosas consiguen hacerme sentir así.
Me ha ayudado a superar momentos difíciles en mi vida. Tiene ese poder. Hace que me teletransporte a un lugar que no existe. Consigue, totalmente, que me evada de la realidad. Y por eso es que la necesito. Para mi es vida. Es como el oxígeno que respiro o la sangre que corre por mis venas.
Quien la siente como yo, lo entenderá. Es una pasión, un amor, una locura, una amistad, un abrazo, una sensación, una traición, un momento, un dolor, un diamante, un hombre, una mujer, un tiempo, un nuevo yo... En fin, es todo lo que vivimos día a día.
Es lo más maravilloso que el ser humano ha creado jamás. Es arte a golpe de ritmo. Te puede gustar o no, pero no deja indiferente a nadie.
Matthew Bellamy, el cantante, entre otras cosas, del grupo Muse, dijo un día:

"Hay algo en la música que, obviamente, está más allá del lenguaje mismo. Es comunicación, en su forma más pura."

Otro cantante, Kurt Cobain, dijo:

"La música es sinónimo de libertad, de tocar lo que quieras, siempre que sea bueno y tenga pasión, que la música sea el alimento del amor."

Y el compositor romántico, Giuseppe Verdi, habló de ella así:

"¡La música es universal! Sólo los necios y a los formalistas se les ocurre inventar escuelas y sistemas. No existe música italiana, alemana o turca. Sólo existe la música."

Y así muchas otras citas más. Y es que tiene ese gran poder, el de influir en las personas y el de abrir nuestras almas a los demás. Nos inspira y nos ayuda a crear otros tipos de arte. Porque, ¿quién no ha escrito o creado algo mientras la escuchaba? Yo sí, siempre la escucho. De hecho, todos mis relatos los he escrito escuchando música, incluido éste. 
Gracias a las nuevas tecnologías, la puedes llevar a todas partes. La puedes escuchar mientras cocinas, en la ducha, en el tren, en tu habitación, en el trabajo, en la calle, mientras haces ejercicio, incluso en sueños puedes escucharla. 
Porque, en realidad, todos estamos hechos de música, porque somos música.

viernes, 14 de febrero de 2014

Amor (PV)

¿Qué es el amor?
Para unos, es el mejor sentimiento del mundo; para otros, es sinónimo de sufrimiento. En ocasiones, nos hace sentir mariposas en el estómago; en otras, nos late el corazón a un ritmo frenético.
El amor, dicen, está en el aire que respiramos. Yo creo que el aire que respiramos, más bien, está cargado de oxígeno, agentes contaminantes y otras partículas que nos hacen tener alergías de diferentes tipos.
Hay quien siente amor por su pareja. Los hay que sienten amor por sus amantes, mal asunto éste. Otros sienten amor por sus hijos. Todos sentimos amor por nuestros familiares. También hay quien siente amor por sus objetos.
El caso es, que hoy es el tema favorito de muchos, sobre todo de los que están enamorados. Porque hoy es San Valentín. Y, aunque todos se imaginan al típico querubín con alas, ricitos dorados enfundado con un arco y flechas, la verdad es que San Valentín, fue un sacerdote que celebraba en secreto matrimonios para jóvenes enamorados, de ahí se ha popularizado que San Valentín sea el patrón de los enamorados. Este día se celebra en su honor, porque este sacerdote murió el 14 de febrero de 270. Si quereis saber algo más sobre él, os dejo el enlace de la wikipedia aquí.
En España esta fiesta se empezó a celebrar a mediados del siglo XX, con el motivo de incentivar la compra de regalos. A menudo se dice que esta fiesta la introdujo la cadena de grandes almacenes Galerías Preciados.
Yo no celebro San Valentín, no porque no tenga novio, simplemente porque creo que si quieres a alguien, no hace falta regalarle algo o mostrarle más amor justo el día que se llama el día de los enamorados; creo que todos los días hay que demostrar ese amor que sientes por esa o esas personas y, lo de regalar algo... bueno, a mi me hace más ilusión regalar algo un día cualquiera, cuando la otra persona no se lo espera. La cara de sorpresa es mucho más gratificante, que no cuando "toca" regalar el día señalado.
Digamos que el amor, se ha convertido en algo superficial. Ya nadie escribe cartas de amor, como lo hacían nuestros abuelos. Nadie regala una foto con una dedicatoria de amor. Ahora, las cartas se han convertido en escuetos mensajes de Whatsapp, una dedicatoria cutre en Facebook, ciento cuarenta carácteres en Twitter y, en definitiva, demostramos cuanto nos queremos a través de las redes sociales, para que todo el mundo sepa cuanto queremos a nuestras personas, pero ¿saben nuestras personas, realmente, cuanto las queremos? Si has respondido sí y eres sincero, enhorabuena. Si has respondido sí, pero no eres sincero, ¿cuánto tiempo hace que no les dices a tus seres queridos que les quieres? y ¿cuánto tiempo hace que no les demuestras a tus seres queridos que les quieres?.
En la época de mis padres (y hablo de ellos porque ya son abuelos desde hace mucho), se escribían cartas de amor, sobre todo, cuando ellos hacían el servicio militar. Les enviaban fotos, con dedicatorias, como la que mi padre le escribió a mi madre en esta foto:



"Para que tus ojos me miren y tu corazón no me olvide"

¿No me digais que no es romántico? Y es que ahora, todo esto parece que se haya quedado obsoleto... ¡Qué lástima! A mi me hacen algo parecido y me derrito. No como ahora, que se te acercan y te dicen "Hola guapa, ¿cómo te llamas?". Hijo, ¿no tienes imaginación o qué? A ver, no digo que se pongan a regalarnos las orejas, porque eso lo hacen los que sólo quieren echar un polvo y para eso, no hace falta que nos regalen los oídos, pero de vez en cuando, un detalle o un piropo bonito nos gusta mucho más.
Quizás con los años me he vuelto muy exigente, pero es que no es fácil convencerme que realmente sienten algo por mí. No me creo que en un día, se enamoren de mi, como mucho pueden sentir atracción, como yo pueda sentir por la otra persona. Pero de ahí, a enamorarme o que se enamoren de mi... Eso era antes, cuando me enamoraba fácilmente. 
Porque a los 15 años es fácil enamorarse. Claro, que a esa edad, las hormonas están a flor de piel y te enamoras a una velocidad pasmosa. También se sufre menos con los desengaños, aunque duelan igual, pero hay muchas posibilidades de volverte a enamorar en poco tiempo.
A partir de los 20 ya cambia la cosa. Te enamoras, tienes un largo (o corto) noviazgo, te vas a vivir con esa persona, te casas (o no) y, algunos (cada vez más parejas), se acaban separando. Y esa separación te deja huella y duele, duele muchísimo. Es un sufrimiento duradero y si se tienen hijos, se sufre aún más. Se tarda bastante tiempo en querer enamorarse, normalmente, de otra persona. Te vuelves más exigente y, al principio, lo único que quieres es disfrutar y picar de flor en flor. Luego, conoces a esa persona y la vida te cambia por completo.
Los mayores dicen: "Los jóvenes de hoy en día no aguantais nada" y tienen razón pero, ¿por qué deberíamos aguantar estar con una persona a la que has dejado de querer? o, ¿por qué tenemos que aguantar que nos pongan los cuernos? o, más importante aún, ¿por qué tenemos que aguantar un maltrato mútuo? Si una pareja se separa o divorcia, sus motivos tendrán para hacerlo y no me parece mal que lo hagan. Aguantar por aguantar es perjudicial, no sólo para la pareja, sinó para uno mismo también. 
¿Cuál es la clave para que una pareja pase el resto de sus días juntos? Pues todo el mundo dice que el respeto y la confianza, pero yo conozco a muchas parejas que se respetaban y se tenían mucha confianza y ya no están juntas. Creo que, a parte del respeto y la confianza, se debe tener amor y pasión, para que la llama no se apague nunca y mucha imaginación, para que no haya aburrimiento y monotonía. Pero sobre todo, lo que hay que hacer es demostrar cada día cuanto quieres a tu pareja y enamorl@ cada día del resto de vuestros días. Y esto no sirve sólo para los hombres, sinó también para las mujeres.

martes, 11 de febrero de 2014

Música en una boda

Sí, en una boda las canciones románticas son inevitables, sobre todo porque las suele escoger la novia, aunque en el caso de Eva, se ve sorprendida por su marido Victor, que le canta una de las canciones más románticas de Alejandro Sanz. Aunque ella hace un playback de lo más divertido con la canción de Niña Pastori.



Después del banquete, bailan otra canción que no es menos romántica. La canción es Muy Dentro de Mi, de Marc Anthony. Hay una versión en inglés que se titula You sang to me. Os pongo las dos versiones ;)

Versión en español

Versión en inglés

Espero que os haya gustado el relato y las canciones que he escogido ;)

lunes, 10 de febrero de 2014

El día de mi boda

Hoy me ha dado el día por limpiar a fondo el mueble del comedor. Allí tengo de todo: copas, vajillas y cuberterías que me regalaron el día de mi boda. De hecho, todo lo que tengo guardado en ese mueble son regalos y recuerdos de ese día. Cada vez que saco algo y lo vuelvo a guardar, me sale una sonrisilla de los recuerdos que me vienen.
El día de mi boda, como toda novia, estaba muy nerviosa. Fuí muy temprano a la peluquería, para que me atendieran la primera. Tengo que decir que mi peluquera tiene una paciencia increíble. Me ofreció una tila, que acepté encantada, y le dijo a mi madre que se pasara al cabo de tres cuartos de hora, que fue exactamente lo que tardó en hacerme el recogido. Se lo agradecí enormemente, porque mi madre es de esas personas que te pone de los nervios, sabiendo que estás nerviosa. Cuando la peluquera terminó de peinarme, la esteticista comenzó a maquillarme. Al terminar, me miré en el espejo y me vi radiante. El conjunto del recogido y el maquillaje realzaron mis facciones y mi piel.
Después volví a casa y dejé a mi madre y a toda la cuadrilla que iba con ella, en la peluquería. En casa me esperaba mi hermana, para ayudarme con el vestido y los accesorios. Lo tenía todo colocado por orden: el conjunto de ropa interior blanco y de encaje, las medias, la liga, el vestido de novia, los zapatos, los pendientes, la pulsera y, por último, el velo. Me ayudó con todo. La pobre vió que, a pesar de haberme tomado una tila en la pelu, me temblaba el pulso por los nervios.
Cuando quise darme cuenta, los fotógrafos ya habían empezado con el reportaje. Sinceramente, ese día me sentí como una superstar de esas que salen en la tele. Cuando terminamos, nos fuimos hacia el lugar donde Victor y yo decidimos celebrarlo. El sitio era muy bonito, es una finca que alquilan a la gente para hacer eventos y, está en un pueblecito de la costa de El Maresme, en Barcelona. Se llama Torre del Pi, tiene una
pequeña ermita y un salón donde se celebran caterings. Tiene parquing privado y una extensión considerablemente grande de cesped. Y las vistas desde allí, son impresionantes; se puede ver Barcelona a lo lejos y toda la línea de costa desde la ciudad, hasta Mataró.
Cuando llegué a la puerta de la hermita, ya estaba todo el mundo colocado en su sitio y, Victor me miró y se quedó impresionado, luego me dedicó una gran sonrisa. Estaba guapísimo, con su pelo rebelde repeinado, su traje color negro, su camisa blanca y su corbata gris plata. Me fijé que se había puesto una rosa blanca pequeñita en el ojal de la chaqueta. Pensé que eso había sido obra de su madre, ya que él me había dicho que no se la pondría.
Llegó el momento del "Sí, quiero" tan esperado. Después hubo un aluvión de fotos con todos los invitados. A algunos ni los conocía. Llegué a pensar que habían auto-invitados, pero mi madre me aseguró que no era así y se empeñó en decirme quien era quien. Sí, una joyita mi madre. Después de las fotos con los invitados, pasamos a hacernos las artísticas, en las que lo pasamos muy bien, porque nos hacían posar de mil maneras diferentes y yo no podía parar de reir. Eso sí, el fotógrafo se puso las botas haciéndome fotos, parecía que se había enamorado de mi.
Cuando entramos al salón, quisimos dar una sorpresa a la gente y, cuando entré yo en primer lugar, pusieron de fondo la canción Cartita de Amor, de Niña Pastori. Victor se quedó en la entrada, y yo me puse a cantar en playback, pasando por todas las mesas e interpretándola muy graciosamente. Cuando acabé, fue el turno de Victor. Él escogió el tema Quiero Morir en tu Veneno de Alejandro Sanz, pero a mi también me dió una sorpresa porque, a diferencia de mi, él la cantó sin playback, con lo tímido que es para esas cosas. Me dió por llorar, pero de felicidad. Todo el mundo se quedó alucinado, nadie le había escuchado cantar y, la verdad, tiene una voz impresionante. Cuando terminó, me agarró de la cintura, me echó hacia atrás y me dió un beso de película. No podía creer lo feliz que estaba en ese momento. Después de esos momentos tan emotivos, nos sirvieron el menú y, parecía que los invitados se lo estaban pasando bien.
Después del espectáculo de cortarle la corbata a Victor y quitarme la liga a mi, decidí que tenía que ir al baño, con urgencia. Mi madre y mi hermana me preguntaron si necesitaba ayuda, y yo les dije que no, que ya me las apañaría con el vestido. Fuí al baño y cuando terminé de hacer mis necesidades, me quité la braguita y la guardé en el bolsito. Cuando me senté al lado de mi marido, le susurré al oído que mirara lo que había guardado en el bolso. Lo abrió, puso los ojos como platos y me miró. Le guiñé un ojo y le sonreí con picardía. Justo en ese momento estaban sirviendo la tarta y, a los pocos minutos, empezó a sonar la canción Muy Dentro de Mí de Marc Anthony. Nos levantamos para bailar la canción y, mientras lo haciamos, me susurró al oído:
-Sé el lugar perfecto donde podríamos ir, sin que nadie nos moleste.
En cuanto terminó la canción y la gente se animó a bailar, nos escaqueamos disimuladamente. Ya fuera, Victor me cogió de la mano y se puso a correr. Le dije que esperara, que con los tacones no podía correr. Me los quité y me dejé llevar por él. Llegamos a la ermita y comprobó si la puerta estaba abierta o cerrada. Por suerte, estaba abierta. Entramos sin hacer ruido y Victor se sentó en uno de los bancos. Se desabrochó el pantalón y dejó salir su prominente erección. Me senté encima de él, con las piernas colgando entre el hueco del banco. Yo ya estaba muy húmeda, ansiosa por follar con el que era ya mi marido, así que cogí su polla y la coloqué en la abertura de mi vagina. Me fui sentando poco a poco, ya que quería disfrutar cada centímetro de su piel dentro de mi. Nos besamos, entrelazando nuestras lenguas en un baile lento que, poco a poco, iba aumentando de intensidad, al igual que mi cuerpo se mecía encima del suyo. Me agarré con las dos manos al banco y empecé a moverme con mayor rapidez. Victor estaba a punto del orgasmo, pero a mi aún me faltaba un poco. Decidí cambiar de posición. Por suerte, la falda de mi vestido no pesaba mucho y podía agarrarla sin que molestara demasiado. Me puse sentada de espaldas a él y volvimos a la carga. Mientras Victor me penetraba con empellones cada vez más rápidos, yo me acariciaba el clítoris. En pocos minutos conseguí correrme y poco después lo hizo él. Por aquella época tomaba la píldora anticonceptiva, así que no nos preocupábamos mucho por si me quedaba, o no, embarazada.
Al salir de la ermita, nos encontramos con mi hermana y un primo de Victor. Nos dijeron que nos estaban buscando aunque, en realidad, era una excusa, ya que durante toda la ceremonia y el banquete, no dejaron de mirarse. Luego nos reunimos con nuestros familiares y continuamos la fiesta dentro del recinto.
Después de quince años, me paro a pensar que, justo después de la ceremonia, no volvimos a ver al cura que ofició nuestra boda. Se lo comento a Victor y me dice:
-A lo mejor estaba escondido en alguna parte de la ermita y nos vió. Y, quien sabe, lo mismo hasta se hizo una paja viendo como follábamos.
Me lo quedo mirando flipando y comenzamos a reir a carcajada limpia.

sábado, 8 de febrero de 2014

Mi amiga (PV)

Una amiga mía me contó que cuando tenía 16 años, conoció a un chico que se convirtió en su amor platónico. Me contó que ese amor platónico le duró, la friolera de cinco o seis años. Me contaba que era guapo, alto, moreno, que le encantaba su sonrisa, bueno, lo típico. Cuando me dijo quien era, le dije que tan guapo no era y ella se reía.
Me contaba que, cada mañana se lo encontraba en la puerta de su edificio esperando al que, por aquel entonces, era su jefe y vecino de mi amiga. Cuando bajaba las escaleras ya tenía el corazón desbocado y notaba el cosquilleo de las mariposas en su estómago. Pero cuando abría la puerta, lo único que salía de su boca era un triste "hola, buenos días" y nada más. Él le respondía de igual manera y la sonreía. Ella salía disparada hacia el instituto, pero antes de cruzar la calle, se giraba para ver si venía algún coche y, de paso, de reojo miraba si él se quedaba mirándola; en algunas ocasiones era así. También me contó, que un día le llegó a preguntar la hora, aunque ella sabía perfectamente qué hora era. Mientras me lo contaba, no paraba de reir y decir lo pava que llegaba a ser.
Me contaba que un día, su padre le pidió a su vecino que le arreglara la instalación eléctrica y de fontanería de la cocina. Ella estaba loca de alegría, porque sabía que él estaría también. El problema fue que, unas amigas que tenía por aquel entonces, la llamaron por teléfono para salir y mi amiga les dijo que no le apetecía. Claro, ella tenía en mente pasarse el día entero en casa, para poder estar cerca de él. Las amigas no dejaron de llamarla, hasta que al final se enfadó de tal manera que empezó a gritar por teléfono. Cuando colgó, se acordó que él estaba trabajando y se puso roja como un tomate, pensando que él lo había oído todo. Y es que me amiga, tiene muy mal carácter pero, luego, no es nadie.
Pasaron los años y se enteró que tenía novia. Se puso triste, pero nunca lloró porque siempre pensaba que, más tarde o más temprano, sería para ella. O al menos eso creía. También era consciente de que él sabía perfectamente, que ella estaba loquita por él.
Me contaba también, que un día se arregló mucho porque tenía que hacerse fotos para renovar el DNI y, al salir a la calle, se lo encontró de sopetón. No se lo esperaba, me decía, y se puso roja como un tomate. Él la saludó y la miró sorprendido por lo guapa que iba. Ella también le saludó y le sonrió. Mientras caminaba, se fijó que seguía mirándola y, muy pizpireta ella, se sintió triunfadora.
Años más tarde, estaba con unas amigas sentadas en un banco en el paseo de su barrio. Estaban a lo suyo, hablando y riendo, cuando él pasó con su coche por delante de ellas. Iba acompañado por su novia, mi amiga se fijó muy bien en ese detalle. Se dió cuenta que él la había mirado, pero la novia también, y no muy amigablemente que digamos. Mi amiga se desanimó por un momento, pensando que nunca estarían juntos. Le habían llegado rumores de que se iban a casar y, perdió toda la esperanza de poder estar con él. Sus amigas trataron de animarla, diciéndole que él se había quedado embobado mirándola, que la novia era muy fea y tenía cara de sargento y más cosas que, aunque la hicieron sonreir durante un rato, siguió desanimada durante bastante tiempo.
Me contó que un día, harta de esperar que él fuera suyo, decidió darle una oportunidad al resto de chicos que habitaban la tierra. Fue entonces cuando empezó a salir "en serio" con un chico. Me contaba que era muy majo y que se portaba muy bien con ella, pero que no sentía lo mismo que él y lo dejó al cabo de tres meses. Le supo mal, me decía, pero no quería hacerle más daño a largo plazo.
Luego tonteó con un camarero, que era un pendón. Ella lo sabía y nunca llegó a salir con él, pero pasó momentos inolvidables y, por eso, se acuerda todavía de él.
Poco tiempo después del camarero, empezó a salir con un chico al que conocía desde que eran pequeños. Con este tampoco duró mucho tiempo. Me dijo que él no estaba muy por la labor de mantener una relación estable, así que lo dejaron al cabo de cuatro o cinco meses.
Me contaba que harta de los tíos, decidió irse de viaje. Como todas sus amigas le dieron largas, pensó que no era mala idea irse sola. Y eso hizo, se metió en un avión y se fue a conocer Bilbao. Entre risas, me contó que los cuatro días que pasó allí en pleno mes de agosto, le llovió y que, cuando se fue de allí, empezó a salir el sol. También me contó, que mientras esperaba el avión de vuelta a casa, conoció a un chico. Empezaron a hablar y sintieron que se conocían de toda la vida. Me contó que al poco tiempo empezaron a salir y que a los siete meses de relación, decidieron irse a vivir juntos. Pasaron muy buenos momentos juntos, pero por desgracia, a los cinco años se separaron. Me lo contaba entre melancólica y nostálgica, aunque me aseguraba que después de dos años de soltera, no volvería con él, porque los dos últimos años que pasaron juntos, fueron muy tristes para ambos.
Esta amiga, me contaba que había vuelto a ver a su amor platónico no hacía mucho y que notó como le daba un pequeño vuelco el corazón. Me decía que lo último que sabía de él era que está casado y que tiene un niño. Me confesó que le había gustado volver a verlo, pero que ya se le había pasado la tontería y que lo del vuelco al corazón fue una manera de recordar viejos tiempos.
Mi amiga me decía que, por ahora, no quiere complicarse la vida con nadie, que está muy agusto así, que lo único que le apetece en estos momentos es centrarse en sus proyectos.
Hoy mi amiga, le echa un vistazo al pasado acordándose de los buenos momentos; siente el presente y lo vive, a su manera; y, del futuro... prefiere no pensar mucho en el futuro.

jueves, 6 de febrero de 2014

El parque de atracciones

Llevo casada con mi marido 15 años y, antes de casarnos, llevábamos 5 años de novios. Él ha sido el único hombre para mi, aunque yo no fui su primera mujer. Juntos, hacemos piña, aunque tenemos nuestros más y nuestros menos. Creo que la clave para llevar tanto tiempo juntos, es que no nos aburrimos en el sexo. Hemos hecho prácticamente de todo y no me da vergüenza admitirlo.
Una vez, lo hicimos entre unos arbustos en un parque de atracciones. Imaginaos la situación: hacía calor y apenas había sombra. Pasamos por una zona donde habían muchos arbustos y arbolitos y me dijo Victor muy cariñoso:
-Mira cariño, aquí hay sombra y no pasa mucha gente.- Me guiñó un ojo, se me acercó seductor y me agarró el culo. Sabe que cuando me coge así, me pongo mala.
Nos metimos entre los matorrales. Victor me bajó el pantalón corto y me apartó a un lado el tanga, sin quitármelo. Se puso detrás mío y me metió su polla lentamente. Me apoyé en un arbusto para no caerme con sus embestidas. Me empezó a follar cada vez más rápido, haciéndome jadear fuerte. Me tapó la boca con una mano. Un grupo de gente se acercaba hacia donde estábamos y no queríamos que nos pillaran in fraganti, así que paró de follarme con su polla dentro de mí todavía. Cuando el grupo desapareció, continuamos con nuestra tarea. Estaba a punto de correrme cuando otro grupo se dispuso a pasar por nuestra zona. Entonces le dije a Victor muy flojito:
-Por dios, cariño, acaba ya, que al final acabarán pillándonos.
-No te preocupes cariño, que en cuanto se vayan, haré que tengas el mejor orgasmo de tu vida.
Efectivamente, cuando se marchó el siguiente grupo, me empezó a follar de nuevo como una bestia salvaje. Sabiendo que se aproximaba más gente, me empezó a tocar el clítoris desde su posición. No tuvo que continuar mucho más, porque enseguida tuve un pedazo de orgasmo que me dejó echa polvo, y nunca mejor dicho. En cuanto terminamos nos aseamos como pudimos y nos fuimos de allí comprobando que no nos había visto, ni oído, nadie.
Después de aquello, nos entró un hambre voraz y nos fuimos a comer. Nos montamos en varias atracciones y cuando nos cansamos, nos fuimos al hotel.
Aquel día fue bastante movidito, pero la noche lo fue aún más. Tanto, que la pareja de la habitación de al lado sintió celos y nos hizo la competencia.
Al día siguiente, desayunamos en el salón del hotel y después volvimos al parque, esta vez para ver los espectáculos que hacían en cada zona del recinto. En uno de ellos, no llegamos ni a entrar. Nos quedamos los últimos en la cola y, entonces, Victor me cogió de la mano y me llevó a una zona que estaba apartada y oscura. Con su mano me indicó que debía estar callada. Entonces me desabrochó el pantalón y sin quitármelo, me metió la mano acariciando todo mi sexo. Me mordí el labio y cerré los ojos en señal de aprobación por lo que me iba a hacer. Empezó frotándome el clítoris, lentamente. Estuvo así durante unos dos o tres minutos. Sabíamos que el espectáculo duraba un cuarto de hora aproximadamente, así que metió sus dedos dentro de mí. Sus movimientos eran rápidos pero suaves y en cuestión de otros cinco minutos hizo que me corriera. Me abroché el pantalón y nos fuimos de allí lo más sigilosamente que pudimos.
Luego, lo arrastré conmigo a una cantina que había en la zona de México. No había mucha gente, así que entré en el baño de señoras y comprobé que no hubiera nadie. Entonces volví a la puerta y lo llamé. Nos metimos en uno de los cubículos y cerramos la puerta. Bajé la tapa del váter y, a Victor,  le bajé los pantalones. Le insté para que se sentara y en un principio comencé a hacerle una paja, pero no aguanté más y comencé a chupársela cómo sé que le gusta a él. Me agarró de la cabeza para empujármela hasta la garganta. Sé que no aguanta mucho cuando hace eso, así que me preparé para la corrida inminente. Al terminar, me tragué el semen. Me dió un beso en los labios y me dijo que me quería. Me lo dijo bajito por si había entrado alguien, para que no nos llamara la atención. Le sonreí y le pasé una toallita para que se limpiara. Yo hice lo mismo. Cuando terminamos, volví a comprobar que no hubiera alguien en el baño y salimos de allí. Después de aquello se nos quitó las ganas de ver más espectáculos y volvimos a casa.
Fue de aquellos fines de semana que no se olvidan fácilmente, básicamente, porque fue allí donde concebimos a nuestro hijo Guillermo.