jueves, 16 de enero de 2014

Dulce Valentina

Hola, me llamo Valentina y acabo de salir de un internado de monjas. Tengo 18 años y desde que tengo uso de razón he estado allí, sólo con chicas. Únicamente visitaba a mis padres por Navidad y en verano. Nunca he estado con un chico, por lo tanto, nunca me han besado y soy más virgen que la Virgen María. Así que, aquí me veis, en una fiesta que me han hecho mi familia, por haber sido una buena niña y haber sacado buenas notas. Estoy siendo sarcástica. Bueno, como ya he terminado el bachillerato y ahora voy a empezar en la universidad, creo que va siendo hora de desmelenarse un poco. Así que este año voy a hacer lo que me venga en gana. De momento, voy a seguir con esta farsa de fiesta y después, ya veremos.
Anda, ha venido mi tía Sandra. ¡Qué bien! Ahora podré preguntarle cosas sobre sexo. ¡Oh! ¡Pero si tiene novio! ¡Y está muy bueno! A ver, Valentina, céntrate, tienes que hablar con tu tía Sandra, urgentemente.
Jo, vaya hartón de reir se ha pegado mi tía, pero la charla que hemos tenido ha sido muy instructiva, aunque tiene que enseñarme más cosas, porque con lo que me ha explicado, pronto se me quedará corto. Pero claro, primero tendré que experimentar con alguien, sinó como voy a pasar a la siguiente fase. Y esta fiesta es muy aburrida, son todos más mayores que yo y encima no me han dejado invitar a ninguna amiga. Vaya muermos…
¿Pero qué ven mis ojos? Madre mía, el tío que está con mi prima Isabel está tremendo, aunque se le ve ya mayor. Debe tener unos 30 años. Uy, que se acerca mi prima.
-¡Hola Valentina! Cuanto tiempo sin verte. Te he echado mucho de menos, pequeñina.- Y me pega un achuchón.
-No me llames así Isa. Yo también te he echado de menos. Tenía ganas de salir de esa “cárcel”.- Le devuelvo el achuchón.
-¡Venga ya! Si no es para tanto.- Me dice riendo.
-¡Anda que no! ¡Si ni siquiera podíamos ver a ningún chico! Y hablando de chicos, ¿quién es ese que te acompaña?- Le digo señalando a su acompañante.
-Te gusta, ¿eh?- Me dice, mientras me pongo como un tomate- Se llama Sergio, es un amigo. Le pedí el favor de hacerse pasar por mi novio, para que los plastas de nuestros padres no me den la brasa con lo de “a ver cuando te echas novio”- Dice con voz aguda imitando a mi madre. No lo puedo evitar y estallo en carcajadas.- Creo que Sandra ha pensado lo mismo que yo.
-¿No lo sabes? Es su novio de verdad, llevan un año juntos. Además no hay más que ver lo enamorados que están.- Y les miro indignada por la envidia que me corroe.
-Entonces ha sentado la cabeza. Vaya hombre, yo que pensaba que seríamos las chicas de oro…- Dice pensativa.
La dejo con sus pensamientos y me escaqueo con una excusa. La verdad es que estoy cansada ya de este paripé. Mmm, que bien se está en el jardín, ahora podré fumar sin que me pillen.
-Hola, ¿me das un cigarro?- Me dice una voz masculina, que no se parece a ninguna de mi familia. Me giro y es él. Me quedo petrificada. Le doy un cigarro.- Tranquila, no se lo diré a nadie.- Y me sonríe. ¡Ay, que me muero! Me muerdo el labio.
-Eres el amigo de mi prima Isa, ¿no?- Le pego una calada a mi cigarro.
-Sí, veo que te lo ha contado.- Ríe.- Tu prima es mi mejor amiga y por eso estoy aquí, porque si tu familia supiera quien es su pareja en realidad…- Me mira fijamente y me dice- Creo que tú sospechas algo, ¿verdad?
-No lo sospecho, me lo contó en una carta. ¿Sabes? A parte de ser mi prima, también es mi mejor amiga, aunque sea más mayor que yo.- Me mira sorprendido y vuelve a reir.
-Sin embargo, le has pedido consejo sobre sexo a tu tía.- Pero, ¿cómo lo sabe? Ay madre, me he vuelto a poner roja. ¡Qué vergüenza!- Tranquila, sólo bromeaba, pero puedes contar conmigo si deseas poner en práctica sus consejos.- Espera un momento, ¿he oído bien? -Lo siento, tengo que marcharme ya. Ha sido un placer conocerte y hablar contigo.- Me sonríe, me mira pícaramente y me da una tarjeta con su número de móvil.- Cuando quieras, me llamas.- Se va. Se ha ido. Y yo me quedo mirando su tarjeta.
Ya se ha ido todo el mundo. Estoy en mi habitación, tumbada en la cama, escuchando a Delorentos. En una mano tengo mi movil y, en la otra, su tarjeta. Estoy indecisa. No sé si debería enviarle un mensaje. Va a pensar que me mola, aunque ya lo sabe, claro, sinó no me hubiese dado la tarjeta. Pero, ¿eso significa que le gusto? No sé, es bastante más mayor que yo, aunque tampoco me ha dicho su edad, pero… A la mierda, le voy a enviar un whatsapp. Ya está, hecho. ¡Oh, Dios!¡Me está llamando!
Estoy en una nube. Hemos quedado mañana. Tengo que preparar la ropa que me voy a poner. A ver, vamos a ir a una cafetería, por la tarde… Debería ponerme unos tejanos y una camiseta. No, demasiado normal. ¿Y este vestidito ajustado? No, voy a parecer un putón. Ya está, falda larga negra, con la camisa azul clarito ajustada y botas. Me dejaré el pelo suelto, no, mejor me hago una trenza deshecha y me maquillaré un poco. Sí, creo que ese será el look.
Estoy en la cafetería, esperándole. He llegado media hora antes y ya voy por mi segundo capuccino. Estoy muy nerviosa. Bueno, leeré un poco mientras le sigo esperando. Alguien me tapa los ojos con sus manos. Es él. Me da dos besos y se sienta a mi lado. Está muy guapo. Lleva puesto una camiseta de los Rolling Stones, unos tejanos y una cazadora de piel negra. Parece cara. También lleva unas Munich. Ha pedido lo mismo que yo y me pregunta si quiero algo más. Le digo que no, educadamente y sigo fijándome en él. Lleva el pelo rapado, haciendo que resalte más su mirada de ojos felinos. Su nariz es perfecta y sus labios… ay, sus labios. Tiene las orejas como Will Smith, pero me gustan, son graciosas. Me pregunta en qué pienso. No sé qué decirle. Pienso en ti, pero en vez de eso le cuento una tontería. Me escucha con atención. Poco a poco me voy relajando.
Llevamos dos horas en la cafetería y empiezo a impacientarme. Él me lo nota y me pregunta si quiero que nos vayamos. Le digo que sí. Pagamos y salimos. Me dice que voy muy guapa. Me come con la mirada y yo me muerdo el labio. Me pregunta si me importa que vayamos a su casa. Le digo que no hay problema. Me pasa un casco y nos montamos en su moto. Me agarro a él muy fuerte. En un periquete llegamos y me quedo de piedra al ver su casa. Es enorme, toda de piedra, tiene un toque rústico que mola mucho. Entramos y pasamos al salón. Me gusta el estilo que tiene. Muy minimalista. Me pregunta si quiero beber algo y le digo que no, pero que tengo que ir al baño. Me indica donde está. No me entretengo mucho y vuelvo al salón. Nos sentamos en el sofá. Vuelvo a estar nerviosa y no puedo evitar parar de hablar. Me toca el pelo y me aparta unos mechones sueltos. Me los pone detrás de la oreja. Se acerca un poco más. ¿Desde cuando está sonando la música? Me acaricia la cara. Me gusta lo que suena pero no quién es. Me besa. ¡Oh, Dios mío!¡Me está besando!¡Mi primer beso!¡Qué bien lo hace! Me acaricia la espalda. Me quita la camisa y me mira impresionado. Normal, con las pedazo de tetas que tengo… Le quito la camiseta. Mmm, me gusta lo que veo. No es carne de gimnasio, pero está fibrado. Le acaricio el pecho cubierto de vello. Y me pongo encima suyo, sentada en sus piernas. Seguimos besándonos lentamente, mientras me acaricia la espalda y me quita el sujetador. Baja por mi cuello, regándolo de besos. Sigue descendiendo hasta llegar a mis pezones. Los chupa y los besa. Me tumba en el sofá y me quita las botas, la falda, las medias y las braguitas. Me toca ahí, suavemente. Me estremezco. Él termina de desnudarse también. ¡Madre mía! ¿Todo eso tiene que entrar dentro de mí? Se ha dado cuenta de mi estupor. Me dice que no pasa nada, que vamos a ir muy despacito y que no va a hacerme nada que yo no quiera. Le digo que quiero que siga besándome. Lo hace. Me besa cada parte de mí. Sigue acariciándome. Ya no estoy nada nerviosa y me dejo llevar. Se pone un condón y me la mete muy despacio. Me duele un poco pero me gusta. Le rodeo con mis piernas y lentamente me hace el amor. Ya no me duele nada en absoluto y empiezo a pedir más con la cadera. En ningún momento deja de besarme, ni siquiera cuando terminamos. Se tumba a mi lado y me abraza. Me pregunta cómo estoy. Mi contestación es una sonrisa de oreja a oreja. Me dice que así debería ser la primera vez para todas las chicas. La verdad es que me siento una privilegiada. ¡Ups! Necesito volver al baño con urgencia. Me levanto y veo que he manchado de sangre el sofá. Le pido perdón y, con una sonrisa me dice que no pasa nada, que es una mancha que le halaga. Me sonrojo. Se levanta y me coge de la cara con las dos manos. Me abraza y me acompaña al baño. Nos duchamos juntos, nos vestimos y me lleva a casa.
Estoy totalmente alucinada. Ahora quiero más. Quiero probar más cosas. Me suena el móvil. Es un mensaje de él. Dice:
"Me ha gustado mucho hacerlo contigo. Espero que haya una próxima vez. Un beso"

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